sábado, 3 de diciembre de 2011

Arranca la I Escuela Unitaria Juvenil de Formación Comunista

Ha comenzado la I Escuela Unitaria Juvenil de Formación Comunista, con la presencia de más de 155 jóvenes. La escuela ha comenzado con un discurso del conductor de la Escuela, el camarada Eduardo Corrales.

Esta ha sido su intervención:


Camaradas, el momento histórico nos exige un compromiso, nos obliga a una tarea de vital importancia. Podríamos decir que el futuro está en nuestras manos, que se está jugando en este preciso instante, en esta sala, en los pensamientos de cada uno de nosotros. Y así lo expresamos, con palabras que pueden parecer grandilocuentes, de forma que suena casi arrogante; pero que, lejos de serlo, no encierra más que un conocimiento crítico de nosotros mismos. Porque los jóvenes comunistas llevamos con nosotros los más viejos sueños de la humanidad trabajadora. 
 
Hace noventa años que comenzó a organizarse la juventud comunista en España. En aquellos años el rey y el dictador iban cogidos de la mano –casi como hoy–, guiados por la senda que les indicaba el capital de entonces. Pero al cabo de un tiempo se encontraron con la negativa del pueblo. Y luego la guerra. Y allí tuvieron enfrente a los primeros héroes eternos de la Juventud Comunista española, como Trifón Medrano, como Lina Odena. Ellos dieron la primera gran batalla, cayeron en ella. Pero su lucha sigue. Hoy día la Juventud Comunista sigue en lucha contra el mismo sistema criminal.
 
Y precisamente por eso, la tarea que comenzaron nuestros camaradas hace casi un siglo no está ni de cerca acabada. La Juventud Comunista está aún en construcción. Y así será hasta la victoria final. La Juventud Comunista no es un proyecto ni una herramienta terminada. Es más, debemos entender que nos falta mucho para ser lo que deberíamos, para estar a la altura del momento histórico, para estar a la altura de las necesidades de la clase obrera y el pueblo en su conjunto. Pero estamos decididos a serlo. 
 
Para ello acumulamos fuerzas desde cada uno de los destacamentos que hoy estamos aquí, y que hoy somos en el Estado. Y acumulamos fuerzas con mayor rapidez en la medida que mejoramos las relaciones entre nosotros mismos, entre las distintas organizaciones, en la medida en que avanzamos en unidad de acción, en que coincidimos en los mismos campos de batalla y peleamos como una sola fuerza. 
 
La Juventud Comunista se está construyendo en este momento. Y las organizaciones aquí presentes no tenemos ninguna duda de que el edificio que estamos levantando –desde la nada unas partes, reconstruyendo otras–, será absolutamente inderrumbable. Porque tiene como pilar fundamental la unidad. En 1938 decía José Díaz: “La unidad ha hecho posible nuestra resistencia. Con la unidad venceremos”.
 
Fruto de este ideal unitario se fundaron hace 75 años las Juventudes Socialistas Unificadas. Su espíritu es el que nos inspira. Las JSU se formaron como respuesta a la exigencia del momento. Emular su ejemplo puede suponer para nosotros, precisamente invirtiendo la ecuación, un avance sustancial de las condiciones históricas en que nos toca luchar. 
 
Hace 75 años fue la amenaza del fascismo lo que provocó la unidad de los jóvenes comunistas en el Estado español. El enemigo común de hoy sigue siendo el capitalismo, un capitalismo al que nuevamente y poco a poco se le va ennegreciendo la camisa. Tal y como se organizaron unitariamente nuestros camaradas de las JSU hace 75 años, debemos organizarnos nosotros, jóvenes comunistas del Estado español, contra el capitalismo en su crisis estructural. Contra la barbarie y la miseria y por la emancipación definitiva de la clase obrera.
 
Las organizaciones de esta Escuela nos reclamamos herederos de las Juventudes Socialistas Unificadas. Nos miramos en el espejo de la historia y queremos ver reflejada la estrella roja de las JSU. Para ello debemos entender las necesidades de nuestro momento histórico. Tal y como hicieron las JSU, no abandonar jamás los principios del marxismo-leninismo, ni ceder en la batalla de nuestra lucha, que es la lucha de clases y la construcción del socialismo en el Estado español.
 
La unidad de los marxistas-leninistas del Estado será la culminación de la experiencia de las Juventudes Socialistas Unificadas. Es el elemento hoy necesario para potenciar, exponencialmente hasta la victoria, el combate en todos y cada uno de los frentes que tiene abiertos el pueblo trabajador, y la juventud proletaria en particular, en la actual crisis capitalista. 
 
Nuestra unidad es el episodio precedente e indispensable para la unidad de toda la clase obrera. Esta es nuestra responsabilidad histórica.
 
Y si nos reclamamos herederos de las JSU es también porque entendemos que la historia del Movimiento Comunista en el Estado español no es propiedad de ninguna sigla. Todos nosotros compartimos responsabilidad en ella. 
 
Los marxistas-leninistas no estamos hoy organizados en un solo destacamento –consecuencia de liquidacionismo revisionista instalado en el comunismo español desde la década de los 60–, y por eso nadie puede arrogarse totalmente la herencia de las conquistas del comunismo en el Estado. Mientras los marxistas-leninistas sigamos integrando diferentes organizaciones, ninguna de ellas podrá reclamarse plenamente como culminación de legado de las JSU.
 
Las Juventudes Comunistas pertenecieron y pertenecerán siempre exclusivamente a la juventud trabajadora, como forma suprema de su organización y de su unión. Los héroes y la historia del comunismo en el Estado español no son hoy afiliados de ninguna sigla concreta, su memoria no es propiedad de nadie, sino de todos los jóvenes comunistas, marxistas-leninistas que luchan por la construcción del socialismo. 
 
Solo en la medida en que se vaya superando la fragmentación del movimiento comunista en el Estado español, se irán superando las absurdas y egoístas reclamaciones de herencias. El futuro Partido del proletariado será el único albacea legítimo de esta historia.
 
No nos cabe duda de la certeza de esta idea. Porque los jóvenes comunistas de esta generación somos ajenos a la gran mayoría de las realidades que fragmentaron el Movimiento Comunista en el Estado español durante el último medio siglo.
 
Los marxistas-leninistas de nuestra generación no entendemos de política de pasillos, de sectarismos ni personalismos. Todos los temores, errores y traiciones han sido entendidas y juzgadas en relación a un momento histórico concreto y concluido. Los motivos que estuvieron en el origen de la atomización revolucionaria quedaron al descubierto una vez que la contrarrevolución alcanzó sus objetivos. Y después de eso, lo que valió para destruir la organización de la clase obrera una vez, no valdrá para destruirla de nuevo.
 
Los jóvenes comunistas de este siglo no cometeremos el error de repetir la historia. No caeremos en las mismas trampas del enemigo. Por eso estamos aquí. Por eso esta Primera Escuela Unitaria es de una importancia tan relevante. Porque debatimos sobre lo ocurrido, porque analizamos la realidad de hoy de acuerdo a los aciertos y errores de quienes nos precedieron en la tarea revolucionaria. Y porque avanzamos en clave de unidad.
 
Solo de esta manera, participando en el debate conjunto, aprendiendo codo con codo los unos de los otros, con toda la honestidad y la modestia que debe caracterizar a un bolchevique, recorreremos el camino por el que antes de lo que el enemigo quisiera, habrá de pasar la clase obrera victoriosa.
 
Solo unidos sabremos dilucidar la mejor manera de construir ese camino, de construir el socialismo en el Estado español. Ese es nuestro debate principal a día de hoy. Nuestra tarea de pensamiento y de acción. Un debate y un objetivo impostergables. Porque ha llegado el momento de destruir de una vez por todas el viejo edificio y de levantar el nuevo.
 
“La implantación de la unidad de acción –tal y como lo expresó Jorge Dimitrov– de todos los sectores de la clase obrera, cualquiera que sea el Partido u organización a que pertenezcan, es necesaria aun antes de que la mayoría de la clase obrera se unifique para luchar por el derrocamiento del capitalismo y por el triunfo de la revolución proletaria.
 
Aún queda mucho por debatir y en que trabajar, pero lo fundamental es que ya lo estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo. Lo fundamental es la unidad y con ella venceremos.
 
El enemigo bien sabe que es así, y probablemente no salga aún de su asombro. Hace veinte años se imaginaba un futuro muy feliz, estaba exultante en su victoria. Puso a toda máquina sus rotativos de propaganda, a un ejército de plumíferos a rescribir la historia a imagen y semejanza de sus deseos. Elucubraron estupideces como la del fin de la historia y la desaparición de las clases. Pensaron que los cascotes en Berlín del Muro de la Defensa Antifascista habían enterrado para siempre las banderas del marxismo-leninismo. Por eso hoy, más de dos décadas después, se tiran de los pelos cuando ven que hay ciento cincuenta jóvenes en un albergue de Madrid ondeando nuevamente esas banderas. Y dispuestos a estudiar la forma de reconstruir lo que ellos destruyeron y a hacerlo de manera que ya jamás puedan volver a derrumbarlo.
 
En 1991 los capitalistas festejaban su victoria como si fuese definitiva. Ocurría así porque las posiciones del reformismo se habían vuelto hegemónicas entre la clase obrera y los sectores populares.
 
Grandes partidos comunistas sucumbieron bajo el revisionismo liquidacionista y fueron destruidos en su esencia leninista. Controlados por elementos al servicio objetivo del enemigo, renegaron de los mejores logros de la construcción socialista, de la dictadura del proletariado, es decir, de la propia concepción revolucionaria, tomaron como principio y fin la colaboración de clases, y difamaron con sus traiciones la dignidad de los millones de trabajadores y trabajadoras, y en especial de los comunistas, que dieron sus vidas en defensa de la paz y el progreso.
 
En el Estado español, los métodos con que se destruyó la organización leninista y se traicionó a la clase trabajadora tomaron dramático cuerpo en las formulaciones del Eurocomunismo. De forma genuina se desarrollaron toda una serie de tácticas de tal infamia que han debido ser incluso categorizadas a la luz de la historia: el carrillismo.
 
En el terreno interno, se dieron la calumnia y la conspiración sobre comunistas honestos, el arribismo destructor de todo centralismo democrático. Un cuerpo metodológico interno dirigido a sostener una política de negación de todo proceso revolucionario en pos de la vía reformista, del colaboracionismo más infame. Un reformismo que, hoy más que nunca, no sirve más que para apuntalar el sistema de dominación capitalista, engañando al pueblo con falsas ilusiones democrático-burguesas. 
 
El reformismo ha ido adecuando su táctica según las necesidades del capital. En 1991, con los resultados de la traición firmemente asentados en el Estado español, y tras la victoria de la contrarrevolución sobre el bloque socialista, pudo disfrutar de las vistas desde la cresta de la ola.
 
Lo que no fueron capaces de comprender estos oportunistas es que el paisaje desde lo alto de la ola es efímero. Porque si las vistas son altas, no lo es menos su velocidad, y esa ola acaba rompiéndose contra la arena.
 
Por eso hoy, el reformismo no es más que espuma de una maremoto pasado. En el Estado español se está generando un polo revolucionario marxista-leninista que tiene la oportunidad histórica de construir el Partido de la Revolución. Y la juventud es clave para la construcción de ese partido. Ejemplo de ello es nuestra presencia aquí.
A la juventud nos pertenece el futuro, lo estamos construyendo ya mismo con el material de todo lo ocurrido. En los jóvenes comunistas de hoy está la clave de lo que será mañana el Partido de todos los trabajadores.
 
Y las organizaciones que nos hemos convocado estos días en Madrid no tenemos ninguna duda que nuestros destacamentos son el germen del Partido de la Revolución Socialista en el Estado español.
 
Será complicado. Habrá sufrimiento, lo sabemos porque no somos soñadores complacientes ni ingenuos. Pero también habrá alegría, no lo tenemos menos claro. Porque estamos convencidos de nuestra tarea. Y porque no tiene el enemigo –y se lo decimos directamente desde este lugar y en esta hora–, no tienen ustedes, señores de la burguesía, suficiente imaginación para inventar las mentiras capaces de confundirnos. No es osadía, sino determinación. Porque no tienen ustedes las toneladas de metralla necesaria que hacen falta para doblegar a un joven comunista. Así que tomen nota, señores explotadores.
 
Y recordemos lo que dijo el camarada Eric Honecker: “Desde que el capitalismo existe, los comunistas pertenecen al campo de los perseguidos en esta tierra, pero no al campo de los que no tienen futuro”.
 
Esta Primera Escuela Unitaria de Formación Comunista es el primer paso hacia el Partido de la Revolución en el Estado español. Nos quedan por delante muchos más que dar. Estos días vamos a debatir, a confrontar posiciones, a aprender conjuntamente. El resultado, a buen seguro, será el avance de cada uno de nuestros destacamentos. Y ese avance es el que nos irá acercando. Hasta al fin, terminar por encontrarnos como una misma y sola cosa.




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